¿Cuántas veces somos conscientes de muchas de las cosas que hacemos cotidianamente como comer, ducharnos, pasear, etc.?
¿Nos percatamos de las vueltas que le damos en la cabeza a lo que no nos gusta, a lo que no entendemos o a lo que no «debería» ser , como si así fuéramos a cambiar las cosas y no advertimos que nos enredamos cada vez más en la angustia y el desánimo?
¿Y cuántas veces funcionamos con el «piloto automático» enchufado, sin darnos apenas cuenta de lo que hacemos o de lo que nos rodea?
Kabat-Zinn afirma en su libro “Vivir con plenitud las crisis” que el mindfulness o atención plena nos ofrece la posibilidad de aprender a:
- Detener todo nuestro hacer y pasarnos al modo de “ser”
- Buscar tiempo para uno/a mismo/a y ralentizar
- Alimentar la calma y la autoaceptación
- Observar con qué está ocupada la mente en cada momento
- Vigilar nuestras ideas y soltarlas sin que nos pillen ni nos arrastren
- Hacer sitio para las nuevas formas de contemplar viejos problemas
Se trata de ser consciente, de observar, de constatar, sin juicio, lo que está haciendo la mente en el momento en que dicha acción se está produciendo.
Al convertirnos en observadores/as, dejamos de identificarnos con lo que nos pasa. Esto nos da objetividad y mayor capacidad para enfocarnos en lo que pasa tal y como es.
¿Qué podemos observar?:
- La información que llega a través de los cinco sentidos
- Las señales que proceden del interior del cuerpo
- Nuestras emociones
- Nuestros pensamientos
- Las situaciones que vivimos
“Aparezca lo que aparezca, simplemente obsérvalo” (Ajanh Chah)
Esta semana concluyó un taller de la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Avilés en el que, a lo largo de 8 semanas, hemos ido entrenando la práctica del mindfulness o atención plena. Ha sido un grupo fantástico, tanto por su motivación e interés, como por las diversas y enriquecedoras aportaciones que llevaron a cabo. Gracias por hacer tan gratificante mi trabajo. Nos vemos a la vuelta del verano.
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