La Fibromialgia (FM) es un síndrome crónico, de origen desconocido, caracterizado por dolor generalizado y, en algunos casos, invalidante. Según el estudio EPISER (Estudio de Prevalencia de las Enfermedades Reumáticas en la Población Española) la padece un 2,4% de la población española, con un claro predominio en mujeres (4,2% frente al 0,2% en hombres)
La FM tiene asociados, además, otros síntomas: cansancio que no mejora con el reposo; sueño no reparador; hormigueos y calambres en las extremidades; dificultad para la atención y la concentración; sequedad en ojos y boca; intestino irritable; síndrome temporo-mandibular; etc.
Suelen producirse, así mismo, problemas psicológicos relacionados con el estrés, como la ansiedad y la depresión, debidos al impacto emocional que esta patología ocasiona en todas y cada una de las áreas de la vida de la persona:
– La mayoría de la gente que padece dolor crónico tiende a disminuir e incluso evitar actividades que solía llevar a cabo, provocando con ello, por un lado, aislamiento; y, por otro lado, una excesiva focalización en lo que le ocurre, convirtiéndolo, así, en el centro de su vida.
– Impacto socio-económico. Abandono del trabajo y/o bajas frecuentes y los consiguientes problemas económicos, así como de contacto y de relación social.
– Baja autoestima. Hay una visión completamente distorsionada de sí mismos/as, produciéndose fuertes sentimientos de inutilidad y de culpa.
– Alteraciones del humor y del estado de ánimo
– Problemas en la esfera sexual
– Deterioro de las habilidades de comunicación. Se produce, a menudo, un predominio de los repertorios comunicativos relacionados con el dolor.
– Experiencia de duelo constante, por cambios en la apariencia física, por la pérdida de capacidades, por las adaptaciones en la actividad laboral, por la disminución de las actividades de ocio, por el deterioro de algunas relaciones personales…
¿Qué aspectos pueden contribuir, entonces, a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas con Fibromialgia?
- Aceptar y tomar conciencia de las limitaciones que conlleva el dolor crónico. Eso no significa resignarse de forma pasiva ante el sufrimiento que se tiene, sino poner el foco de atención en lo que aún se puede hacer, adecuando las metas y objetivos personales a las capacidades reales. Sólo así el dolor se volverá más tolerable.
- Conocer cómo va cambiando el dolor, qué cosas hacen que aumente o que disminuya, etc. Esto permitirá saber cómo se puede actuar mejor, cuándo hay que parar, cuándo se puede hacer algún esfuerzo más… De esa forma, aumentará la percepción de control y disminuirá la ansiedad.
- Aprender a priorizar en función del momento, de cómo se esté y no por seguir la costumbre y el hábito.
- Adaptar los lugares y las tareas a uno/a mismo/a y no al revés e incorporar ayudas físicas y herramientas que faciliten las tareas cotidianas.
- Incrementar las habilidades asertivas para aprender a expresar de manera eficaz y adecuada lo que ocurre y cómo pueden ayudar mejor los que están alrededor, así como para negociar nuevos roles en las dinámicas de funcionamiento familiar y social.
- Mantener el cuerpo a punto, es una de las mejores medicinas. Si una persona no hace nada de ejercicio, como ocurre con una máquina, se oxida y se anquilosa, y, al final, tendrá más dolor.
- Relajar el cuerpo y la mente. La tensión y la ansiedad aumentan el dolor. Es importante, por tanto, aprender técnicas de respiración, de relajación, de visualización, de atención plena o mindfulness, etc., para sentirse mejor.
- No dejar que la vida gire en torno al dolor. Cuando se padece dolor crónico, se tiende a focalizarlo en todo momento, aumentado y sin cambios en el tiempo, lo que suele provocar una mayor atención hacia el dolor y un sentimiento creciente de incapacidad, indefensión e impotencia. Esa mayor atención termina siendo como un amplificador, cuanto más se centra la atención en el dolor, más duele.
- Sustituir pensamientos catastrofistas por otros más positivos y realistas. La mente tiene un poder infinito que puede ayudarnos o perjudicarnos. Cuanto más positivo se sea, mejor se afrontará lo que venga. Es necesario no perder nunca de vista lo que se ha conseguido en la vida, lo que se puede vivir y disfrutar todavía, …
- Cuidar la autoestima, considerar que la valía personal tiene que ver con cómo se es y no con hacer más cosas. Y, en vez de machacarse por lo que antes se podía hacer y ahora no (algo muy frecuente y que provoca mucha angustia y sufrimiento adicional), autorreforzarse y valorar lo que se consigue, por poco que sea.
Merece la pena hacer un esfuerzo para estar mejor ¿No les parece?
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