Decía el filósofo Epícteto, allá por el Siglo I, que «No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede». Y qué razón tenía. La mayor parte de las veces, sufrimos el doble por nuestra forma de enfocar nuestros problemas, nuestras inquietudes, las situaciones a las que tenemos que hacer frente…
Distorsiones cognitivas, como focalizar en lo negativo, la culpabilización excesiva o el pensamiento catastrofista, entre otros, son las grandes responsables de ese sufrimiento extra y evitable que se añade al natural malestar. A no ser que nos planteemos que otra forma de pensar es posible, que hacer un reenfoque de las situaciones puede suponer un esfuerzo, pero un esfuerzo que siempre va a merecer la pena.
Acabamos de terminar en la Casa de Encuentros del Ayuntamiento de Avilés un taller titulado «Stop a los pensamientos tóxicos», un taller en el que, en cada sesión, las personas componentes del grupo han hecho una gran labor: primero, detectando todos esos pensamientos negativos automáticos que tenemos tan arraigados y normalizados; segundo, generando, en pequeños grupos, alternativas de pensamiento más eficaces que puedan acabar interiorizándose, neutralizando, así, toda la toxicidad mental que, con demasiada frecuencia, somos capaces de generarnos.
Gracias infinitas a todas las participantes, por todo lo que aportáis siempre, por todo lo que habéis trabajado en este taller, en definitiva, por todo lo que os enseñáis, por todo lo que me enseñáis…
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