FRENTE POPULAR ANTIBARRERAS (27-1-20)
Una de las actividades que durante años más he disfrutado con la Asociación Difac (asociación de personas con discapacidad física de Avilés y comarca), es la de sentar en sillas de ruedas a diferentes políticos y hacer recorridos de sensibilización para que fueran conscientes de las barreras con las que se podían encontrar en las calles, en los edificios públicos, en los comercios, en los diferentes servicios de su barrio o ciudad. Nada hay más esclarecedor que ponerse en esa tesitura y comprobar de primera mano esas, generalmente invisibles, dificultades.
Cuento esto al hilo de la situación creada con los arreglos de la ya centenaria Casa Paquet, en Gijón. Hace unos días el portavoz municipal de Foro afirmaba rotundo que el futuro albergue cumplía los requisitos de accesibilidad mejor que un hotel de cuatro estrellas. Y vienen los de Cocemfe, que de este tema saben un rato y dicen que no y, además, lo demuestran con pruebas. Y ahí empiezan los rifirrafes entre los grupos políticos que más parecen ya el “frente popular de judea, el frente judaico popular, el frente del pueblo judaico y el frente popular del pueblo judaico”, así, todos a la gresca por ver quien tiene más razón.
¿No se sabía antes de invertir en los arreglos que no iba a ser posible hacerlo totalmente accesible para poder buscar otra solución? ¿O es que igual pensaban que nadie iba a darse cuenta y que, total, no tenía tanta importancia si a ellos no les afectaba?
Por supuesto que hay edificios y lugares que no hay forma de hacerlos accesibles, pero que lo digan, que no engañen, ¿no? Lo peor es que no es un caso aislado.
Ya está bien de hacer obras para pasar el expediente y que luego queden rampas que parecen precipicios o baños adaptados en segundos pisos en edificios sin ascensor o bordillos imposibles de superar o puertas que no se pueden traspasar (ni Pijus Magníficus metería tanto la pata)
En fin, antes de liarnos a despotricar y a maldecir, mejor hagamos, como en la Vida de Brian, aquello de mirar siempre el lado brillante de la vida. A poder ser, silbando, claro…
EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD Y LA CONVIVENCIA (20-1-20)
Me siento muy afortunada de haberme podido formar en lo que, desde siempre, ha sido mi vocación. Gracias a las becas y a que, de aquella, aún no había políticas de recortes, pues se tenía claro que había líneas rojas que la gente no les iba a permitir saltarse.
Si tuviera que estudiar ahora estoy convencida de que, económicamente, no podría ni planteármelo. Los recortes en becas tras el Real Decreto-ley 14/2012 no me lo hubieran permitido; la descontrolada subida, año tras año, de las tasas académicas, situándose entre las más elevadas de Europa, no me lo hubiera permitido; y el indecente coste de los, antes opcionales y ahora obligatorios, másteres tampoco me lo hubiera permitido.
Estamos en los puestos de cabeza de Europa en cuanto a la desigualdad económica y la educación supone una poderosa herramienta de cambio. Quizá por eso hay determinados sectores políticos y religiosos que quieren llevarnos al medievo, a esa época de los señores feudales y los siervos; o a esa otra época que Miguel Delibes mostró en todo su realismo y su crudeza en “Los Santos Inocentes”, en las que los señoritos Iván mandan y los oprimidos Paco, Régula, Azarías y demás, sirven y obedecen.
Adquirir conocimientos y valores debería ser una de nuestras máximas preocupaciones, debería hacernos salir a la calle, debería ponerse de manifiesto en todos los medios. Una ciudadanía instruida es una ciudadanía difícilmente manejable, es una ciudadanía a la que no se la puede engañar, mi manipular, ni someter, es una ciudadanía más avanzada y libre …
“Si conseguimos que una generación, una sola generación crezca libre en España ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad, nadie les podrá robar ese tesoro”, sabias palabras las del maestro de la maravillosa “La lengua de las mariposas”. ¿Qué diría de quienes quieren educar en la desigualdad, el clasismo, el racismo y la homofobia?
NOS ESTAMOS FUTBOLIZANDO (13-1-20)
En este comienzo de año, Sergio Balaguer, deja su puesto de entrenador de baloncesto de categorías base tras los insultos, amenazas y agresiones de unos padres que sólo aceptan que sus niños ganen, sea como sea, usando cualquier artimaña, y, si no es así, patalean, se quejan y descargan su frustración de forma agresiva, sin importarles si eso ocurre, incluso, delante de sus propios retoños. Dice que se va porque no encuentra los valores que él conoció desde pequeño, que nos hemos futbolizado como sociedad. Hasta el mismísimo Pau Gasol ha salido a apoyarlo y defenderlo.
En este comienzo de año, otro chico (del que desconozco su nombre) deja su puesto de árbitro de Segunda División juvenil tras escuchar los gritos e insultos del presidente de uno de los equipos que estaban disputando el partido. “Hijo de puta, maricón, cabrón…”, vamos, lo típico de quien no acepta resultados adversos. Y no contentos con eso, además le dañaron el coche. Ejemplar, ¿verdad? ¿Qué valores estarán aprendiendo estos chicos?
En este comienzo de año, en el Congreso de los Diputados hemos presenciado uno de los espectáculos más bochornosos y lamentables que se recuerdan. Salvo honrosas excepciones, la bronca, el insulto, la descalificación, el pataleo y las amenazas, mostraron bien a las claras el talante de algunas de sus señorías. Imagino que no debieron de estar el día que se dieron las clases de saber perder, de mostrar tolerancia y respeto.
Lo de futbolizarnos como sociedad puede que sea cierto, lo vemos cada día, en programas de la televisión, en las aulas, en los trabajos, en las colas de los supermercados, en las comidas familiares, hasta en las cabalgatas de los Reyes Magos…
Igual tendríamos que hacer algo ¿no?
Igual las palabras del, ahora por todos repetidamente mentado, Azaña, adquieren hoy, igual que entonces, plena vigencia: “Paz, piedad y perdón…”
Igual tenemos que ponérnoslo como propósito para este año que comenzamos.
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