Secuelas del aislamiento

Gracias a la periodista Miriam Mancisidor por contar conmigo para su estupendo artículo en la prensa de hoy.  Aquí os lo dejo:
«Falta tiempo aún para poder llegar a conclusiones fiables y válidas de cómo habrá afectado la cuarentena a la población», lo dice Marisol Delgado, psicóloga avilesina, que prevé que a corto plazo se perciba un empeoramiento en personas con patologías previas, pues su vulnerabilidad a los cambios y a la incertidumbre es mayor. «En otras personas, estoy convencida, su nivel de afectación se va a ver influido por su mayor o menor tolerancia a esa incertidumbre; hay personas que toleran mal lo que no saben, lo que no tienen previsto o lo que se escapa a su control. Y, en este tiempo en el que estamos, aumenta su miedo, su inseguridad y su angustia», apunta.
Ansiedad, depresión y alteraciones del sueño son, en esta línea, las tres principales consecuencias en la salud y el bienestar psicológico detectadas en la población a causa del covid-19, según los primeros resultados de un test realizado en la UNED: uno de cada tres participantes presentaba un trastorno de ansiedad generalizada y uno de cada tres encuestados también tenían alteraciones severas de los patrones de sueño. Más aún, uno de cada cinco requirió intervención profesional para la depresión. La investigación de la UNED sigue en marcha y sus datos pueden servir para detectar y prever la demanda de cuidados psicológicos que serán demandados por la ciudadanía tras la vuelta a la normalidad.
A juicio de Delgado hay que prestar atención a esas personas que viven cualquier cambio o novedad como una amenaza y sufren mayor riesgo de padecer estrés, que si se alarga en el tiempo, puede derivar en una depresión o un trastorno de adaptación, por ejemplo. «Como sociedad y como individuos habíamos generado una sensación de seguridad que se ha descubierto falsa. No se nos educa para tolerar la incertidumbre y, ante un futuro incierto, convertimos en una necesidad el querer tener certezas», explica. El consejo: «Nos ayudaría aprender a separar, por escrito incluso si es necesario, lo que realmente está bajo nuestro control y lo que no, así ajustaremos mejor nuestras expectativas y nos pondremos límites más realistas», dice la psicóloga avilesina, que recomienda huir del síndrome de la cabaña: «debemos asumir que es normal sentir miedo ante cambios nuevos y desconocidos, por supuesto, pero se debe ir ganando progresivamente confianza y seguridad, pensar y hablar de lo que nos ocurre con menos fatalismo»
El catedrático de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico de la UNED, Miguel Ángel Vallejo Pareja, dirige el proyecto de investigación destinado a determinar el impacto psicosocial de la covid-19. Se trata de identificar factores de riesgo, su grado de incidencia en la población, las posibilidades de protección y los modos de afrontar su padecimiento, durante y después de la crisis sanitaria. «Realizamos el estudio gracias a los datos facilitados por personas que colaboran voluntariamente en él. Son datos preliminares, pero valiosos para planificar el abordaje del problema», indica Vallejo.

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El trabajo se puso en marcha el pasado 6 de abril y en las últimas 3 semanas ha registrado ya 500 participantes, lo que permite un primer análisis, aunque la estadística se mantendrá activa en el tiempo hasta que la realidad sociosanitaria lo requiera. La edad media de quienes han respondido a los test es de 40 años, siendo el 73 por ciento mujeres con estudios universitarios.

Los datos recogidos habrían de servir para detectar la incidencia psicológica de la pandemia en la población, los lutos, temores y malestar emocional general, y para detectar el tratamiento, terapias y cuidados que van a ser requeridos por la ciudadanía para recuperar su bienestar psíquico. Esa información recogida hasta el momento por el test indica que sentirse amenazados en la salud y en la situación económica personal está directamente relacionado con los trastornos de ansiedad y depresión. El catedrático de la UNED recuerda que el modo de enfrentar los problemas en general, y el covid-19 en particular, es característico de cada persona, y no depende tanto del problema en sí sino de nuestra historia y de nuestro entorno, nuestro contexto personal y social. «Es posible mejorar la forma en que afrontamos esta situación. Los factores de riesgo pueden modificarse y potenciar los de protección», dice en la misma línea que Marisol Delgado.

 

 

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