ESO QUE TÚ ME DAS (28-8-20)
Buenas tardes
En el documental “Eso que tú me das”, Pau Donés nos ha dejado un impagable regalo, un emotivo canto a la vida.
Y, aun sabiendo que la suya se estaba extinguiendo, no dejó que el miedo le controlara, porque tenía claro que lo que verdaderamente mata la vida es el miedo.
Qué mensaje tan necesario en estos tiempos ¿no?…
Siendo como es el miedo una emoción natural y necesaria para la supervivencia, cuando se descontrola, nos acorrala, nos debilita, nos oprime y nos condena
Pero parece que aquí estamos, matando nuestras vidas muriéndonos de miedo. Por si no tuviéramos ya bastante con el tema de la pandemia …
Somos como una legión de zombis de una película, contagiándonos de miedo unos a otros, convirtiéndonos, además, en altavoces de los medios y las redes que inundan de pánico nuestro día a día, que si con los políticos en gresca continua, que si con la ciudadanía cada vez más intransigente y montapollos, que si la crisis de la Monarquía, que si las filias y fobias de la Justicia y el Tribunal de Cuentas, que si las opiniones expertas de Belén Esteban, que si la huida de futbolistas estrella, que si apocalípticas predicciones de un futuro a la vuelta de la esquina… Todo para inocularnos miedo y anularnos la vida.
Y todavía queda la vuelta al colegio…
RECÓNDITA ARMONÍA INTERRUMPIDA (7-9-20)
Hace 25 años que ella se largó sin mirar atrás…
¿Cómo tiene que sentirse una persona para romper con todo, con su familia, con sus amistades, con su trabajo, con su vida?
Pónganse ustedes por un momento en su situación. Imaginen volatilizarse, desaparecer, dejar de ser quienes son, no volver a ver nunca más a los suyos, no transitar nunca más por sus lugares queridos…
Ella sólo una vez envió una carta…
Para pedir que no la buscaran, que no quería ser encontrada… Eso no ocurre por un «calentón», eso supone una decisión bien meditada.
Quizá fue «La sensación de vacío y de que no había nada más», como le ocurre a uno de los personajes de la premio Nobel Alice Munro en su libro de relatos «Escapada»
Pero, tras 25 años, ni silencio ni anonimato…
Su discreta vida dedicada a cuidar y a sobrevivir en soledad ha salido a la palestra de forma repentina. Han divulgado su nombre, sus apellidos, las fotos de su rostro, de su portal y hasta de su cocina. La protección de datos se ha quedado en cueros. Algunos medios, cada vez más carroñeros.
Se especula con su vida. Su pasado es objeto de debates y su futuro lo están decidiendo todos menos ella misma.
Ella, que sólo buscaba en Asturias su recóndita armonía…
PÓNTELA, PÓNSELA (14-9-20)
“Póntelo, pónselo”, el recordado eslogan de la campaña de finales de los 80 para promover el uso del preservativo intentaba cambiar una sociedad que arrastraba montones de prejuicios como herencia. La entonces ministra de asuntos sociales, Matilde Fernández, tuvo la valentía de sacarla adelante a pesar de los reparos de sus propios compañeros de gobierno, y, a pesar de las trabas de la iglesia, con denuncia incluida de la Concapa ante la Audiencia Nacional. Parece ser que no gustaba el póntelo, pero lo que molestaba especialmente era el pónselo. Cómo iban a consentir la velada sugerencia de que la chica fuera parte activa…
Pienso en todo esto mientras veo “Las niñas”, maravillosa ópera prima de Pilar Palomero. El rechazo familiar y social a una joven por ser madre soltera, las repelentes encuestas de la revista súper pop, el casposo babeo de Umbral diciendo el famoso eslogan con las azafatas-colegialas detrás… Difícil definir mejor el lastre de la opresión sexual franquista.
Tras más de 30 años, en medio de esta dichosa pandemia, hoy en día sólo se lanzan campañas para usar recatadas mascarillas. En Gijón, ya se han puesto con ello, con muy buenas intenciones, sí, pero, quizá, con poco acierto. Los eslóganes en formato culpabilizador y sermoneador no creo que sirvan de nada y los carteles en los autobuses resulta que incitan a “protejer”, pero con jota, y los han quitado.
“Póntela, pónsela”, no hay nada como recurrir a los clásicos. Seguro que iría con mascarilla todo dios. Siempre “es mejor que morirse” ¿o no?
CULTURA PARA LA LLOCURA (21-9-20)
Sentirse triste no es estar lloca…
Que se te rompa el alma y se te desgarren las entrañas no es estar lloca…
Pero a ti, triste, rota y desgarrada, así te llaman: lloca
No te llaman la madre del emigrante, tal como te parieron; ni siquiera te dicen la probe que mira la mar; o, por ponernos en plan Rozalén cantando por Chavela Vargas a capella el sábado en San Mateo, no te dicen la llorona, la llorona del Rinconín, por ejemplo. No, a ti te llaman la lloca. Sin estar lloca. Como a Juana la Loca. Y como a tantas otras…
Ya desde el principio no despertaste muchas simpatías, quizá porque Muriedas te hizo áspera, abrupta y grandona. Saliste perdiendo en la comparación con la gallarda figura de Octavio Augusto, ese que tienes enfrente, justo al otro extremo del paseo, ese al que sí que llaman por su nombre, ese al que no le han puesto ningún falso y denigrante mote. A ti te pintarrajearon, te mutilaron y hasta te pusieron una bomba.
Tuvieron que pasar 50 años para que empezáramos a quererte…
Y es que el arte y la cultura, en general, siempre han padecido de cierta incomprensión, ya viene de antiguo. Se nos olvida que la cultura es lo que nos dota de humanidad, lo que nos agrupa y lo que, a la vez, nos hace diferentes. Por eso…
¡Alerta roja! Que sin cultura no hay futuro, no la maltratemos como a la lloca que nun ye lloca…
¿A QUÉ HUELEN LOS VIRUS? (28-9-20)
Parece ser que en el aeropuerto de Helsinki están utilizando perros entrenados para detectar el covid19.
No, no es que hayan sustituido en Finlandia al personal de enfermería para aplicar las controvertidas PCR. Estos canes simplemente huelen una tira con sudor, avisando si está presente el virus. Y muestran una eficacia de casi el 100%, incluso aunque no hayan aparecido síntomas. Sin lugar a dudas, una gran noticia.
¿Sería mucho pedir que hubiera también perros rastreadores entrenados en oler la ineptitud, la estupidez o la indecencia? Para, por ejemplo, antes de unas elecciones, ya fueran a nivel estatal, autonómico o local. Nos ahorraríamos, así, esperpénticos teatrillos con interminables banderas de fondo; o politiquillos y politiquillas de tres al cuarto que no saben hilar con sentido cuatro palabras seguidas, pero que tienen en sus manos la salud y el destino de millones de personas; o gente que inaugura con gran boato una instalación de hidrogel en el metro o que idea carriles bici que parecen sacados de un juego de Mario Kart…
Aunque mucho me temo que nos daría lo mismo. Miren que llevamos años oliendo el hedor de una corrupción sistemática, infame y parasitaria y como si nada.
Está claro que los perros son mucho más inteligentes, ellos huelen y señalan, nosotros seguimos a lo nuestro o, lo que es peor, enzarzándonos unos con otros, autodestruyéndonos…

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