¿Y SI MIRAMOS UN POCO MÁS ALLÁ DE NUESTRAS NARICES? (30-11-20)
De pequeña, entre medias de querer ser astronauta, tendera y detective, quise ser misionera. Debía de ser por aquello del Domund o por alguna película colonialista de sábado de sobremesa.
Recordé mi deseo infantil ojeando hace unos días el fanzine solidario “The Gambia Experience”, de la activista asturiana Patri X Libertad. Ante esas fotos y esos textos maravillosos de sus viajes a esas tierras, pensé en la fortaleza y la dignidad de todo un continente al que sistemáticamente se le ha explotado, esquilmado, humillado…
A los “civilizados” pueblos de Occidente, África les ha servido de supermercado de esclavos y milmillonarias riquezas. Y a cambio han recibido hambrunas, guerras y tiranos, para, así, poder seguir explotando.
Y cuando muchas de sus gentes huyen buscando un mundo mejor, se les convierte en nadies, se les echa la culpa de sus males y hasta de su muerte, en el Océano Atlántico o en ese Mar Mediterráneo al que Serrat cantaba cuando aún no era un cementerio.
Andan las redes sociales revueltas estos días con la incesante llegada de migrantes a las Islas Canarias. También con la situación de nuestra antigua colonia en el Sáhara.
Es palpable el odio extendido a través de infames e innumerables bulos, que se dirige, para no variar, contra los más vulnerables. Mientras, a los explotadores se les hacen reverencias.
Cuenta Patri en su publicación “que en Gambia el término Ubuntu significa el respeto de las personas hacia sí mismas, hacia los demás, hacia el entorno…”
Seguramente no nos vendría mal más Ubuntu.
QUE NUNCA TE SIENTAS SOLA (23-11-20)
Qué hacer cuando ya has perdido el último puñado de ilusiones y de sueños.
De qué manera desprenderte de la vergüenza, de la culpa y del miedo.
Cómo sacar de tu cabeza las dudas que te ha instalado el patriarcado “¿Por qué no me di cuenta?”, “¿Por qué no puse más cuidado?”, “¿Por qué no me comporté de otra manera?”.
Cómo guiar las emociones contradictorias que se desbocan, que te aturden, que te dejan exhausta, quebrada, rota.
Cómo domar las pesadillas que te instalan en el temblor y el llanto.
Teniendo que hacer frente, tal vez, a un aislamiento forzado.
Cuánta falta de sensibilidad, en muchas ocasiones, de personas de tu entorno, de profesionales, de instituciones.
Escuchar en algunos medios a cierta gente afirmando que eso de la violencia de género es un cuento, que no existe una violencia específica hacia las mujeres, que lo que se quiere es atacar a los varones. Qué fácil es hablar desde la ignorancia que provocan sus privilegios, su soberbia, su confortable atalaya.
No tienen ni idea de lo que significa perder la confianza, la seguridad, la identidad y hasta la propia vida.
Resulta obvio, la empatía no la pueden comprar.
Cuánto aún por hacer. Y no solo cada 25 de noviembre.
Qué importante la EDUCACIÓN. Para entender, para proteger, para cuidar. Para no dejarte sola.
Porque si nos tocan a una nos tocan a todas.
Non a la violencia escontra les muyeres.
ENVEJECER EN TIEMPOS DE PANDEMIA (16-11-20)
No sé a ustedes, pero a mí me prestaba por la vida la serie aquella de “Las chicas de Oro”, emitida a finales de los 80. Aparte de unas protagonistas en estado de gracia y de unos diálogos afilados e ingeniosos, la serie reflejaba en sus historias eso del envejecimiento activo, de aquella, tan novedoso.
A estas alturas ya no les descubro nada nuevo si les hablo de la importancia de mantenernos activos y activas durante toda la vida, pero especialmente según envejecemos. No hay estudio científico sobre el tema que no lo avale. Y, aunque hay factores genéticos que no podemos controlar, hay muchísimos otros que sí están en nuestra mano: cuidar la alimentación y el descanso, hacer actividad física moderada, mantener relaciones sociales, llevar a cabo también actividades que estimulen la mente, disfrutar de la naturaleza, tener inquietudes diversas…
Sin embargo, vemos como, en estos tiempos de pandemia, resulta muy difícil mantener esa vida activa y saludable, vemos como mucha gente mayor se está entorpeciendo a nivel físico y mental por la falta de estímulos, el aislamiento y la soledad.
Y, mientras nos tiramos los trastos a la cabeza, mientras politizamos todo, absolutamente todo, en función de dónde provenga, nuestros abuelos y nuestras abuelas se están consumiendo, solos y con mucho miedo.
No olvidemos que Asturias es la región más envejecida del país.
Ojalá esta pandemia sirva, al menos, para cambiar muchas cosas que no funcionan del sistema. Mientras tanto, ocupémonos de que nuestra gente mayor no deje de sentirse querida, asistida, respetada y cuidada. Por favor.
CON FALDAS Y A LO LOCO (9-11-20)
He estado repasando con verdadera meticulosidad mis manuales de psicopatología pero nada, que no encuentro por ningún lado que llevar falda suponga un trastorno. Ni siquiera aunque la falda la lleve un chaval de un instituto del mismo Bilbao.
No entiendo, pues, esa decisión de enviarle al psicólogo. En todo caso hubiera merecido un elogio, por haber demostrado una autoestima bien construida y por haber puesto en valor que la ropa no tiene género – ojo al dato, fabricantes y publicistas de juguetes –
Más de cuatro millones de vídeos de chicos y chicas llevando falda han salido en su apoyo. Aquí en Asturias, en los institutos de Tapia, de Navia y de Vegadeo, decenas de estudiantes también lo han hecho.
No es la primera vez que defiendo en este espacio que la juventud no es una masa homogénea a la que sistemáticamente haya que demonizar. Hay millones de ejemplos cotidianos en los que nos muestran su valentía, su empatía y su solidaridad.
Lo cierto es que me resulta sumamente curioso que a este chico se le hubiera derivado al psicólogo y que, a alguien con síntomas tan evidentes de narcisismo, egocentrismo, megalomanía, delirios de grandeza, arrogancia, soberbia y total ausencia de empatía, se le hubiera puesto como dirigente de uno de los países con mayor influencia geopolítica del planeta. Será porque no llevaba falda… En fin, al menos se le acabó ya el chollo. Esperemos que en su rabieta no le dé por apretar el botón rojo…
¡Ah!, que no se me olvide: cuiden y cuídense, que tenemos que poder con esta pandemia.
MÁS MÚSICA, POR FAVOR (2-11-20)
Ayer al despertar me sorprendió sentir cantar a mi vecina del piso de arriba. Hacía tiempo que no la oía. Y, aunque la copla no sea mi música favorita, cómo me prestó escuchar…
Con la sonrisa aún puesta, desde una casa cercana, sonó el Claro de Luna de Debussy, que no es que sea yo muy entendida en música clásica, pero esta pieza siempre me fascina. Me tuve que parar en la ventana, para disfrutar…
Y pensé, de repente, en el poco espacio que estamos dando a la música. Ni en casa, ni en el coche, ni en los bares, ni en las salas de conciertos… Aunque sean sitios seguros. Casi no se escucha música.
Quizá ha sido la saturación de algunas melodías en la pasada primavera del confinamiento, pero es que hemos pasado de cien a cero.
Y necesitamos echar mano, entre otras “recetas”, de la música, especialmente ante el bombardeo informativo mediático interesadamente sesgado, negativo y amarillista. Porque no todo es “ruido y furia”. La mayoría de la gente buscamos soluciones de mil maneras no violentas, pues nos hace falta unión y fortaleza, que la cosa está jodidamente fea.
“Todo lo que necesitamos es música…”, nos lo cantó en la Plaza Mayor de Gijón hace diez años la gran Martha Reeves, la de Martha & The Vandellas. Bien poco caso le estamos haciendo, la verdad…

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