DE FABADAS Y DE ORGÍAS (7-12-20)
Todos los seres humanos estamos llenos de contradicciones, de incoherencias más o menos graves entre lo que pensamos, sentimos o decimos y lo que realmente acabamos haciendo.
Yo, sin ir más lejos, soy capaz de comer tranquilamente dos buenos platos de fabada, con su compango, por supuesto, y luego echar sacarina en la menta poleo.
Somos seres contradictorios cuando promulgamos unos principios que luego vulneramos, cuando criticamos a otras personas por cosas que nosotros también hacemos o cuando llegamos a la hipocresía de vivir una doble vida, una de cara a los demás y otra, la que no queremos que nadie sepa.
Supongo que esto último es lo que le ha ocurrido al ultraderechista eurodiputado húngaro, tan empeñado él en la criminalización de la lucha por los derechos de gran parte de la población de su país y de toda Europa, y que, mientras disfrutaba con otros 25 “respetables” ciudadanos en orgías con jovencitos en plena pandemia, quizá estaba planeando la siguiente ley contra el colectivo LGTBI.
Probablemente debe ser también incongruencia lo que les ocurre a quienes se autodefinen como constitucionalistas y se olvidan de algunos de los artículos de nuestra ayer conmemorada Constitución, comenzando por el Artículo 1, ese que establece la pluralidad política.
El problema es que no es lo mismo ir en contra de los Derechos Humanos o ignorar los Derechos Fundamentales que comer fabada… Aunque sean dos platos.
Oh, extraña Navidad (21-12-20)
La Navidad ha venido, nadie sabe cómo ha sido…
Nunca está de más servirnos de Machado para reflejar las sensaciones de una Navidad que tenemos ya encima. No cabe duda de que la pandemia lo enrarece todo, hasta la percepción del tiempo y, a lo tonto, a lo tonto, pasamos de la segunda ola y nos colocamos en modo consumo y buenos sentimientos.
Pero es todo tan extraño…
Es tiempo de estar con la familia y los (difusos) allegados, pero mejor no hacerlo.
Podemos viajar, se nos ofrecen ofertas para ello, pero es preferible que nos quedemos en nuestras casas.
No convienen las aglomeraciones, pero hay que consumir sin freno ¡Qué sería de la Navidad sin la Visa y las tarjetas “black”! – meca no, que estas son para otras cosas menos cristianas–
El índice de ñoñez y sensiblería que ha alcanzado este año la publicidad resulta directamente proporcional a la crispación y el odio que algunos se encargan de propagar.
Un rey mago Melchor pregonando a través de las redes que no hay juguetes de niños o de niñas y los catálogos y las estanterías llenos de estereotipos sexistas.
En fin, cosas veredes…
No dejemos de disfrutar, en todo caso, del show de la lotería, de los villancicos en inglés como lengua vehicular, del turrón sin azúcar y de la previsible exaltación en el discurso real de la responsabilidad, el rigor, la justicia igualitaria …
Lo dicho, da comienzo una extraña Navidad. Felices Fiestas a todos y a todas.
ADIÓS 2020 (28-12-20)
Película de ciencia ficción, distopía, pesadilla catastrofista… Qué decir de lo vivido este año que no se haya dicho ya.
Y miren que yo era la primera que me burlaba al principio de este puñetero virus. Qué rápido llegó el estupor ante lo que se nos fue viniendo: las consecuencias de una pandemia que ha puesto del revés el mundo entero.
Nunca hubiera anticipado que tendríamos que confinarnos varios meses en nuestras casas, que no podríamos ni abrazarnos, que las mascarillas y el gel hidroalcohólico formarían parte fundamental de nuestro fondo de armario.
Cómo imaginar el alcance de la incertidumbre, la indefensión, el miedo, la soledad, la pérdida de muchos negocios y empleos y, desde luego, las costuras rotas de un sistema sanitario al que no se había cuidado por aquellas políticas austericidas que primaban los privilegios de unos pocos por encima de lo de todas y todos.
Es indudable que queda menos para que esto termine. Veremos si, como especie supuestamente inteligente, mejoramos en algo.
Vaya desde aquí el mayor de los agradecimientos a quienes han contribuido durante este duro año a cuidarnos y a sostenernos. Desde sus puestos de trabajo, desde su solidaridad o desde su ingenio para animarnos.
Y permítanme, para finalizar, mostrar un cariñoso homenaje a quienes ya no están, a quienes esta pandemia, bien por acción, bien por omisión, se ha llevado.
“¡Adiós, adiós! Qué largo ha sido el camino…” cantaban Los Suaves.
Va por ti… Tú ya lo sabes…

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