Las olvidadas (1-2-21)
Agotadas…
Cabreadas…
Temerosas…
Vais cada día a vuestro trabajo, así, con esa mochila emocional a cuestas, pero parece que a nadie le importa. En Asturias atendéis a casi 20.000 personas, casi todas mayores, y apenas se os tiene en cuenta ni siquiera en estos tiempos de pandemia.
Pues, si no era suficiente un ritmo de trabajo extenuante, un reconocimiento social rozando la invisibilidad y unos tiempos de descanso que se diluyen por tener que desplazaros continuamente, ahora habéis tenido que enfrentaros a este virus, precarizadas y sin apenas medios.
Y en este punto en el que estamos, a pesar de que vuestro trabajo supone un contacto más que directo con gente vulnerable y a pesar de que estáis cada día en diferentes domicilios, no os han considerado como prioridad en el proceso de inmunización frente al virus.
Parece que algunos concejos comienzan a darse cuenta y se están poniendo a ello. Era hora…
Sea como sea, las auxiliares de ayuda a domicilio seguís cumpliendo con las tareas previstas. Con vuestro cansancio, vuestro cabreo, vuestro temor a ir contagiando. Porque la gente a la que atendéis y cuidáis sin perder el cariño y la sonrisa, para vosotras no son solo números.
Quizá todo fuera mejor si vuestra labor pública no estuviera en manos privadas.
Quizá tendríais más derechos si os contrataran directamente los ayuntamientos.
Quizá no todo lo arregle la vacuna.
Hoy va de huevos (8-2-21)
Me ha prestado un huevo el premio de “Les Comadres” de Gijón a Mabel Lozano por su incansable labor para mostrar la realidad de la prostitución y la trata. Esa realidad que no queremos mirar, pero que esclaviza seres humanos, mayoritariamente mujeres y niñas, porque supone un negocio mucho mayor que el narcotráfico.
Hablando de negocios, manda huevos que la élite del banco central europeo se niegue a contemplar alternativas más justas al tema de la deuda de numerosos países. Resulta curioso que se cierren en banda quienes, por su incompetencia (o su interés, vayan ustedes a saber), agrandaron esa deuda pública en unos cuantos billones por no detectar los fraudes del sistema financiero en la anterior crisis.
Y, sin recuperarnos apenas de aquella, nos llega la que está provocando la pandemia. Es natural que haya hartazgo. Hay quienes, además de estar hasta los huevos, necesitan culpabilizar a alguien, así que allá fueron a Laviana a tirarle, unos cuantos, a Barbón ante su casa. Aunque no creo que les sirviera de nada. El virus, el verdadero culpable, sigue haciendo de las suyas, destruyendo empleos y, lo que es peor, segando vidas, aquí y en el mundo entero.…
Precisamente a huevo se lo van a poner al dichoso virus en las elecciones del día 14, en las que parece que todos los que se presentan se han puesto de acuerdo en que se pueda, en plena era tecnológica, ir a votar de forma presencial, aunque se sea positivo. En Avilés el otro día, hubo búsqueda policial, casi de película, por una gente que tenía el virus y no estaba en su casa.
Hablando de inconscientes, ¿A qué no hay huevos de robar un vehículo de bomberos? Pues ocurrió el sábado en Grao. Se creerán valientes los que lo hicieron… Para huevos (y ovarios) los del personal de las ucis, especialmente, en estas últimas semanas.
Contagiarnos de humanidad (15-2-21)
He comenzado una dieta de choque para preservar la salud mental. Nada de televisión, mucho de naturaleza, noticias las justas, y ni un solo vistazo a comentarios en las redes. Me daña demasiado la creciente invasión de calumnias, insultos, odio… El matonismo trumpista elevado al cubo. Me angustia pensar que las personas que inyectan tal violencia verbal son gente con la que quizás me encuentre cada día. No quiero contagiarme de esa toxicidad.
He decidido, sin embargo, poner todo mi empeño en resaltar a quienes regalan generosidad, cooperación y responsabilidad.
Un ejemplo: el de Marta Laíz, enfermera de pediatría del HUCA y de Paula Rodríguez y Eva López, de la Asociación Galbán. Con la colaboración de otros profesionales, han desarrollado, a propuesta de la propia Marta, una aplicación llamada “Vivir con un cáncer infantil”, que tiene como objetivo mejorar la calidad asistencial de los niños, niñas y adolescentes con cáncer y llevar a cabo un acompañamiento de las familias durante todo el proceso de la enfermedad.
Y les regalo otro ejemplo: el de Teresa Iglesias, concejala de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Mieres, que ha promovido la habilitación de un espacio para que las personas mayores de la Residencia Valle del Caudal puedan salir de su enclaustramiento y pasear de forma segura.
Cómo no aplaudir iniciativas que desprenden amor por los cuatro costados.
Miren, miren a su alrededor y focalicen su atención en personas que, de forma sencilla, sin apenas hacer ruido, construyen un mundo mejor. De contagiarnos de algo, que sea de eso.
Marchando una de intrusismo (22-2-21)
Está el Colegio Oficial de Trabajo Social de Asturias que trina. La Consejería de Derechos Sociales, para agilizar la lista de espera en las valoraciones de las personas con dependencia, ha propuesto abrir la puerta a lo que ha venido a llamar “profesionales técnicos”, sin aclarar qué capacitación se debe tener para desempeñar las labores que son propias del personal formado en Trabajo Social.
¿Se imaginan, por ejemplo, que la Audiencia Nacional, después de más de 12 años que lleva con lo de la Gürtel, quisiera contratar también “profesionales técnicos”? Bueno, igual es que ni siquiera lo plantean, ni con propios ni con extraños, va a ser que no interesa agilizarlo…
Pero, en esto del intrusismo, en psicología sabemos bastante del tema, tenemos que lidiar cada día con gente que son verdaderos “psicoaprovechados”. Gracias al vacío legal vigente, coaches y psicoterapeutas que no han pisado la facultad, psicodiseñadores, psicoestetas o psicoloqueselesocurra, con cuatro mensajes aprendidos de las revistas de autoayuda, ya venden su producto con grandes dosis de desparpajo.
En las profesiones sanitarias, rara es la que se libra de tales caraduras. Pero haberlos, haylos, también a la hora de reformar viviendas, para reportajes fotográficos o como guías turísticos, entre otros numerosos ejemplos.
Se aprovechan de la poca conciencia social sobre el tema, de la carencia de inspecciones periódicas y de una legislación bastante laxa al respecto.
Aunque ya no sé qué pensar después de que a personas realmente formadas en epidemiología un juez opinador les haya dicho que simplemente tienen un cursillo… Anda el mundo un poco al revés ¿no?

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