Habilidad para detectar mentiras, bulos y caraduras (6-9-21)
En unos días comienza un nuevo curso escolar y la Organización Mundial de la Salud junto con la UNESCO han elaborado una guía para que los centros educativos se conviertan en espacios de referencia para el cuidado de la salud física y psicológica. Se pretende así favorecer el desarrollo de habilidades y competencias para la vida de forma simultánea a la adquisición de conocimientos. Y yo me pregunto: ¿La aplicación de esta guía ayudará, entre otras cosas, al alumnado a detectar los bulos y mentiras que de forma interesada nos cuelan todos, absolutamente todos los días?
Imaginen que ya dispusiéramos de esa habilidad de detección de caraduras. Hubiéramos notado en seguida, por ejemplo, que la campechanía del emérito no era más que el alborozo que le proporcionaba su –por muchos bien conocida– forma de vida.
Hubiéramos visto rápidamente que la historia de la cuidadora marroquí a la que la empresa Desokupa y algunos políticos –imaginen de qué signo– acusaron machaconamente en numerosos medios de dejar a una anciana sin casa, ni era su cuidadora, ni era okupa, ni la anciana era la propietaria.
Discurriríamos en segundos que el tema de las eléctricas y las facturas desbocadas son la prueba palpable de quiénes hacen su santa voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nos reiríamos en la cara de quienes nos quisieran vender la moto de que bajar impuestos nos va a mejorar –a la plebe, es decir, a la mayoría– la atención sanitaria, la educación, las pensiones y demás.
Y ni siquiera vacilaríamos a la hora de valorar que torturar y matar a un animal en una plaza no nos aporta ninguna dignidad, llámese como se llame el animal.
Quizá no haya guía que nos valga.
Quizá me empeñe en soñar despierta en este comienzo de temporada …
La mio vida ye una novela (13-9-21)
Once días. Impaciente me hallo para ver en once días en la gran pantalla dos anheladas historias: la película biográfica de mi admirada Aretha Franklin y la última de Icíar Bollaín, “Maixabel” se llama.
Me encantan las historias. Quizá sea por eso que me apasionan el cine, el teatro, la literatura…
No hay ser humano que no albergue en su maleta de vida historias llenas de amor, de ilusiones, de comedias, de dramas, de anécdotas, de errores, de aciertos, de decepciones o de sueños. Se podrían construir millones de relatos con cada una de esas historias. Las necesitamos. Las nuestras. Las de otras personas. Nos perderíamos en el olvido si nadie las contara.
Encomiable, pues, la labor de quienes las recopilan y las plasman de una u otra forma. Un botón de muestra, el vigésimo aniversario de la publicación de “La mio vida ye una novela: testimonios de las mujeres del campo de Asturias”, cuya nueva edición está estos días presentando por tierras asturianas su autora, la escritora y profesora candamina afincada en Nueva York, Paquita Suárez Coalla.
Hará unos 5 años –con el sentido del ridículo a buen recaudo en un cajón– hice una lectura dramatizada de uno de los relatos. Me puse un mandilón de esos de cuadros que mi madre usaba como bata de trabajo y reproduje lo mejor que pude los testimonios de algunas mujeres de Candamo y de Las Regueras en la época de la Guerra Civil y de la posguerra. Vidas duras e intensas, que merecidamente tenían que ser narradas.
Decía Umberto Eco que para sobrevivir debemos contar historias. Seguramente sea totalmente cierto…
Respirar como deporte de riesgo (27-9-21)
Hace unos días la Organización Mundial De la Salud ha actualizado las directrices en cuanto a la calidad del aire que respiramos. La nueva guía contiene importantes cambios. Eso sí, a la baja.
Quieren concienciarnos, tanto a las administraciones como a la ciudadanía, de los 7 millones de muertes que ocasiona la contaminación del aire cada año en el mundo.
Pues ya saben cómo andamos de calidad del aire por las principales ciudades de Asturias. Ahora, con estos nuevos indicadores, en Oviedo, Gijón o Avilés, por ejemplo, se superan los valores máximos recomendados en los 6 contaminantes estudiados. En algunos casos no solo los superamos, sino que llegamos a duplicarlos, como es el caso del dióxido de nitrógeno. Lo cierto es que estamos respirando la misma porquería de siempre, pero ahora es oficialmente más porquería.
No solemos aceptar demasiado bien los cambios. Y menos los que afectan a nuestros hábitos o a nuestra comodidad. Pero no es cosa de broma. La contaminación del aire es una de las mayores amenazas para la salud junto con el cambio climático.
Además de exigir políticas más eficaces tanto en el tema medioambiental como en movilidad y transportes, podemos siempre hacer algo. En mi caso, me estoy acostumbrando a ir a trabajar cada día en bici o en el coche de san Fernando, un ratito a pie y otro caminando. Son casi 8 kilómetros entre la ida y la vuelta. Lo cierto es que lo único que me ha costado ha sido el tener que salir primero de casa. Hago ejercicio y hasta me estreso menos por no tener que andar buscando aparcamiento.
Quizá no cueste tanto tenerlo en cuenta. En este tema –al igual que ante derechos legalmente instaurados como el aborto o la eutanasia– no podemos hacer objeción de conciencia…
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